Rodrigo Castillo
/lanza:
palabras/ asuntos relacionales/ frases célebres/
consignas populares/
cápsula tiempo///cápsula mundo///cápsula psicó-neuróticasensual
(mandril, al animal morderle la cola, el interior del intestino)
Desaparezcamos las mierdas de perro en las calles. Capaz el
aire se conmueve.
Mil novecientos setenta y cuatro mil doscientos segundos.
La nave. La nota psicotrópica de una noche. Golpe. Golpe.
Sampler.
Se desconoce la sombra de un usuario portentoso de twitter.
Casi cinco mil seguidores equivocados. Eso. Lo dijo ya a la
masa de electropunks el sacerdote de cobertizos.
[Reflejos. Simulaciones. La estela piscotrópica deja
una generación de alucinados.]
Camuflaje.
Acordes destrozando neuronas: “Muerte a Bonnie y su turn around bright eyes”
Calcinada la última neurona.
En una sola ocasión, la línea. Se descubría en el vuelo, en las
hormigas, en su paso, incansable.
Una voz relacional —colectivo, comunidad, voz del pueblo,
según— enunció primer palabra (hablen fuerte): primer
palabra de la especie:
m a m á
el mundo se descubría (pieza, candado a tierra).
El despertador suena, boca voraz de continente amazónico
estrujando, donde el relato masculla: ¿frío en la ribera?
¿costa transiberiana en vuelo bajo?
Sones y líneas, a destierro. Energía que oscila entre
magnetismo animal y voces de ultratumba.
Seguir la corriente de energía que hay
entre los puntos; un elefante; una vez en América hubo
creyentes. Adoradores de Xipe Totec. Gema.
¿Preciosa?
Semi. Como los amigos que abandonan en la !esta al amigo
recostado en un sillón. Semipreciosos: los calcetines de un
ex amante sobre la cama la última noche que pasó contigo,
la edición pirata de Primero sueño con erratas, la piel del más
reciente de los cuerpos, la camiseta !rmada por Depeche Mode.
¿Qué es precioso, qué semi?
Black celebration; dibujos entrelazan códigos: vida
comenzada cuarenta y tres años atrás.
Canciones develan el signo zodiacal.
Signos musicales (pezón erguido) que dicen no eres ya esa
joven que podía usar psicotrópicos toda la noche.
¿Cuántos dibujos has hecho de tu vida
hasta este preciso instante, hasta este instante mismísimo?
3.12678.000
Poema, líneas suspendidas en lenguaje tentacular, simulacro
de vida detenida.
Palabra acantilado.
Imagen que se detiene en sonoridad interrumpida por
exclamación, punto donde algo se revela: enunciación donde
radica la verdadera trama del estallido: entre las cenizas del
cigarrillo ya tamborilean los dedos.
¿Quién aquí es revolucionario? La apatía es la pobreza de la
imaginación.
Línea recta sobre orangután. Línea ondulada. Levanta la
mano, el dedo, el ensayo para dejar que la libertad deje de ser
palabra manoseada y regrese a trasvasarse entre los muros
de una habitación de paso.
El mundo no es sólo política, y lo es a la vez, como el
poema.
Eleonora ama a las aves.
Eleonora ama los continentes que se desprenden de otros
continentes. Sobre cada trazo áurico hay un recuerdo
que trae terrazas interiores: inferir que el tiempo se desteje
como la cabellera de la mujer que desnuda su cuerpo ante un
tatuaje.
¿Quién tiene en esta ciudad una terraza que dé hacia el
infinito de la pata de una hormiga?
Por favor, señores técnicos:
APAGUEN LA LUZ DEL CENTRO.
Aparición. Un ruido despertó a ambos hermanos.
Espectros, carraspeo de Patti Smith con escupitajo incluido,
versos de Rilke: una voz habla todas las mañanas en el jardín
de los abetos.
La voz del barrio, de los seres donde las
espaldas se cubren de musgo y ladrillos. Aparición. —A los
acantilados ascender desde la memoria, al barrio amansarlo
en sangre; cuneta desde donde se observa el vuelo del
auto: Brindisi en la mira; miles de estrellas y pasto búfalo
corren por las venas; aleja el veneno de tus muslos, drena de
cavidades humores abisales.
Líneas bajan, líneas suben.
Lindos platillos voladores dan la bienvenida.
Psicotrópicos.
Ayahuasca.
¿Viste luces? ¿Sentiste la corteza del árbol? ¿Sentiste el poder
del ave viva en ti? ¿Vomitaste, cierto? ¿Por horas, cierto? Pero
ese halo de magia persiste. Persiste. Aprieta los párpados.
Opiáceos.
Hidrocodeína con acetaminofén.
Galones de palabras llenas de ardores y heridas. Marina
Abramovic. Guillermo Gómez Peña. Melquiades Herrera. O
la lengua de tu madre. Desde la lengua de tu madre hablas.
Decir la primera palabra, la que marca para la vida.
Cada uno tiene una palabra que lo delimita. O lo acrecienta.
O lo incita a lanzarse.
Abismo.
Los gestos, su voz también. Las líneas de las corvas, sí, las
que están detrás de las rodillas, cuentan los minutos de
existencia. Estrías.
Una tonada, fraseo.
¿Cuándo fuiste a la ópera?
Corre en despoblado. Nunca sabrá quién es. La amazonía, el
desierto de Sonora, las "ores del continente, violetas
eran.
Eran, de manera sutil, un calado, una zanja entre lo que
había en ese dosel transiberiano, lleno de verdor (el hielo
había fingido huida):
La voz, tramado. Esbozo recto sobre trazo oval.
Amor.
Sobre el cuerpo de Juan, el cuerpo de José, sobre el cuerpo de
José el cuerpo de Ana, sobre el cuerpo de Ana, el de Tomás,
sobre el de Tomás, el mío, el tuyo, el de ella. Masa acuífera.
Ballenas acardenchadas, desapareciendo.
Balanceo. Distrofia. Simulación a la hora décima de la
noche:
(((olores)))
Ocres, amargos, ancestrales: la cal de la
fosa común donde yace tu padre, la comisura de los labios
del hombre tatuado, el olor de los pies de quien ha marchado
miles de metros, millones de centímetros cúbicos para
vencer una idea obsoleta.
Huele la piel del compañero de tren. Demarca. Huele y
demarca. Cuestiona. Absorbe. Demarca. Absorbe. El flujo.
Es difícil. Pero cuando se avanza se hace en colectivo. En
colectivo. Observa. Huele. No más simulación de olores: te
amo porque hueles al paraíso de los años.
LEVÁNTATE: HABLA.
& & & & &
Sobre la gramática, los cuerpos. En las palabras los cuerpos.
Orgía verbal. Orgía de corvas. Toca a tu vecino. Tócale el
hombro, el brazo, el pecho, el dedo meñique. Tócalo. Dibuja
en su piel el espacio que tú pienses, el espacio más libre. Más
explosivo. Más sexual. Más sincero.
Líneas desdobladas, líneas que caen.
Respiración.
¿Cuántas horas puedes mirarte a los ojos en el espejo y no
perder contacto?
Colectividad feroz. Colectividad voraz.
Improvisación. Reticulares bajan sobre cada hombro; notas,
selección sonora, el noveno compás avanza como latido
por cada una de las uñas, recorre el estómago, el intestino
grueso, invade la piel:
¿escuchas el lejano canto de la hidrocodeína?
Anticipo: todo pasará. Hemos sido felices por breves segundos.
Aunque el mundo sea extraño.
En el oído, penúltima frase:
Voz en la inmensidad del silencio. En la inmensidad de tu
voz el silencio. El silencio en tu voz. En tu voz, la inmensidad.
En tu voz. En su voz. En cada voz. En la inmensidad. En cada
voz. En silencio.
En.
“¿Te grabo música”, preguntó él, “todo Fluxus” dije, “todo
Fluxus”.
Cantata.