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Nudo Vortex

El único lugar posible habita en el lenguaje, es el lenguaje y con él las construcciones irremediables de una vocación experimental. Toda escritura lo es en sí misma, nunca está demás recordarlo. La experiencia más fina con la que podemos ponernos a moldear la memoria (a recuperarla) tiene que ver directamente con el mundo anudado a las percepciones y a las ideas; un nudo y un vórtice inmateriales se fijan en activaciones, paisajes visuales y sonoros que no alcanzarían una visión renovada del presente si no fuera por la voz, el cuerpo y sus multiplicidades. Somos cuerpo y lenguaje y las más de las veces imágenes de galaxias y nuestras propias mutilaciones.

“Cerrar los ojos/ abrirlos/ desmembrar el objeto en lenguaje hirviente/ abrir los ojos/ cerrarlos como si se quisiera tener una instantánea de todas las líneas,/ el contorno/ los volúmenes posibles del recuerdo...”

Rodrigo Castillo

Edición Proyecto Literal
México, 2015.

AUDIOS Y VIDEOS



POEMAS

Arqueología del padre

Tramado. A la variedad del catálogo de llanto habrá que ponerle cabezas, costos por las cabezas y los naufragios. Incendio. Nudos de porcelana, gesticulaciones de la mano donde se posa la rosa. La que pulveriza la atenta mirada del infante.
Nuestro padre murió incendiado, sobrevivió sólo su sonrisa, su media sonrisa. Y la frase de los labios que no pudo enunciar:
“Dime cuál es el secreto cada vez que nos decimos adiós.”
Recoger la humildad de tus súplicas,
rellenar el corazón con moho. Pasadizo donde las algas son frutos que el aire crispa. Restituirse. Panal de acertijos o activación de lenguas en paradero oscuro. —Mientras en las calles los hombre desertaban ante la guerra y la proximidad de otra guerra, las mujeres cuanti!caban las migas. Asilo.
Una forma. La misma forma:
Debajo de la palabra padre hay sangre, cal, rodajes de un tiempo que ha borrado su cuerpo.

Estela colectiva de un memorial en los jardines de abetos

/lanza:

palabras/ asuntos relacionales/ frases célebres/

                                                                consignas populares/

cápsula tiempo///cápsula mundo///cápsula psicó-neuróticasensual

(mandril, al animal morderle la cola, el interior del intestino)

Desaparezcamos las mierdas de perro en las calles. Capaz el
aire se conmueve.


Mil novecientos setenta y cuatro mil doscientos segundos.
La nave. La nota psicotrópica de una noche. Golpe. Golpe.

                                                                Sampler.

  Se desconoce la sombra de un usuario portentoso de twitter.
Casi cinco mil seguidores equivocados. Eso. Lo dijo ya a la
masa de electropunks el sacerdote de cobertizos.

                                                 [Reflejos. Simulaciones. La estela piscotrópica deja 
una generación de alucinados.]

                                                                Camuflaje.

Acordes destrozando neuronas: “Muerte a Bonnie y su turn around bright eyes

Calcinada la última neurona.

En una sola ocasión, la línea. Se descubría en el vuelo, en las
hormigas, en su paso, incansable.

  Una voz relacional —colectivo, comunidad, voz del pueblo,
según— enunció primer palabra (hablen fuerte): primer
palabra de la especie:

                                                                m a m á

el mundo se descubría (pieza, candado a tierra).

El despertador suena, boca voraz de continente amazónico
estrujando, donde el relato masculla: ¿frío en la ribera?
¿costa transiberiana en vuelo bajo?

Sones y líneas, a destierro. Energía que oscila entre
magnetismo animal y voces de ultratumba.

                                                  Seguir la corriente de energía que hay
entre los puntos; un elefante; una vez en América hubo
creyentes. Adoradores de Xipe Totec. Gema.

¿Preciosa?

Semi. Como los amigos que abandonan en la !esta al amigo
recostado en un sillón. Semipreciosos: los calcetines de un
ex amante sobre la cama la última noche que pasó contigo,
la edición pirata de Primero sueño con erratas, la piel del más
reciente de los cuerpos, la camiseta !rmada por Depeche Mode.

¿Qué es precioso, qué semi?

Black celebration; dibujos entrelazan códigos: vida
comenzada cuarenta y tres años atrás.

Canciones develan el signo zodiacal.

Signos musicales (pezón erguido) que dicen no eres ya esa
joven que podía usar psicotrópicos toda la noche.

                                                 ¿Cuántos dibujos has hecho de tu vida
hasta este preciso instante, hasta este instante mismísimo?
3.12678.000

Poema, líneas suspendidas en lenguaje tentacular, simulacro
de vida detenida.

                                                                Palabra acantilado.

 Imagen que se detiene en sonoridad interrumpida por
exclamación, punto donde algo se revela: enunciación donde
radica la verdadera trama del estallido: entre las cenizas del
cigarrillo ya tamborilean los dedos.

  ¿Quién aquí es revolucionario? La apatía es la pobreza de la
imaginación.

 Línea recta sobre orangután. Línea ondulada. Levanta la
mano, el dedo, el ensayo para dejar que la libertad deje de ser
palabra manoseada y regrese a trasvasarse entre los muros
de una habitación de paso.

                                                  El mundo no es sólo política, y lo es a la vez, como el
poema.

                                                  Eleonora ama a las aves.

Eleonora ama los continentes que se desprenden de otros
continentes. Sobre cada trazo áurico hay un recuerdo
que trae terrazas interiores: inferir que el tiempo se desteje
como la cabellera de la mujer que desnuda su cuerpo ante un
tatuaje.

  ¿Quién tiene en esta ciudad una terraza que dé hacia el
infinito de la pata de una hormiga?


                                                  Por favor, señores técnicos:
                                                  APAGUEN LA LUZ DEL CENTRO.

Aparición. Un ruido despertó a ambos hermanos.

  Espectros, carraspeo de Patti Smith con escupitajo incluido,
versos de Rilke: una voz habla todas las mañanas en el jardín
de los abetos.

                                                    La voz del barrio, de los seres donde las
espaldas se cubren de musgo y ladrillos. Aparición. —A los
acantilados ascender desde la memoria, al barrio amansarlo
en sangre; cuneta desde donde se observa el vuelo del
auto: Brindisi en la mira; miles de estrellas y pasto búfalo
corren por las venas; aleja el veneno de tus muslos, drena de
cavidades humores abisales.

                                                  Líneas bajan, líneas suben.

Lindos platillos voladores dan la bienvenida.

  Psicotrópicos.

                                                  Ayahuasca.

¿Viste luces? ¿Sentiste la corteza del árbol? ¿Sentiste el poder
del ave viva en ti? ¿Vomitaste, cierto? ¿Por horas, cierto? Pero
ese halo de magia persiste. Persiste. Aprieta los párpados.


Opiáceos.

Hidrocodeína con acetaminofén.

Galones de palabras llenas de ardores y heridas. Marina
Abramovic. Guillermo Gómez Peña. Melquiades Herrera. O
la lengua de tu madre. Desde la lengua de tu madre hablas.

                                     Decir la primera palabra, la que marca para la vida.
Cada uno tiene una palabra que lo delimita. O lo acrecienta.
O lo incita a lanzarse.

Abismo.

Los gestos, su voz también. Las líneas de las corvas, sí, las
que están detrás de las rodillas, cuentan los minutos de
existencia. Estrías.

Una tonada, fraseo.

¿Cuándo fuiste a la ópera?

Corre en despoblado. Nunca sabrá quién es. La amazonía, el
desierto de Sonora, las "ores del continente, violetas
                                                  eran.

Eran, de manera sutil, un calado, una zanja entre lo que
había en ese dosel transiberiano, lleno de verdor (el hielo
había fingido huida):

La voz, tramado. Esbozo recto sobre trazo oval.

                                                  Amor.

Sobre el cuerpo de Juan, el cuerpo de José, sobre el cuerpo de
José el cuerpo de Ana, sobre el cuerpo de Ana, el de Tomás,
sobre el de Tomás, el mío, el tuyo, el de ella. Masa acuífera.
Ballenas acardenchadas, desapareciendo.

                                  Balanceo. Distrofia. Simulación a la hora décima de la

noche:

                                                  (((olores)))

Ocres, amargos, ancestrales: la cal de la
fosa común donde yace tu padre, la comisura de los labios
del hombre tatuado, el olor de los pies de quien ha marchado
miles de metros, millones de centímetros cúbicos para
vencer una idea obsoleta.

Huele la piel del compañero de tren. Demarca. Huele y
demarca. Cuestiona. Absorbe. Demarca. Absorbe. El flujo.
Es difícil. Pero cuando se avanza se hace en colectivo. En
colectivo. Observa. Huele. No más simulación de olores: te
amo porque hueles al paraíso de los años.


                                                  LEVÁNTATE: HABLA.

                    &              &             &              &             &

Sobre la gramática, los cuerpos. En las palabras los cuerpos.
Orgía verbal. Orgía de corvas. Toca a tu vecino. Tócale el
hombro, el brazo, el pecho, el dedo meñique. Tócalo. Dibuja
en su piel el espacio que tú pienses, el espacio más libre. Más
explosivo. Más sexual. Más sincero.

Líneas desdobladas, líneas que caen.

                                                    Respiración.

  ¿Cuántas horas puedes mirarte a los ojos en el espejo y no
perder contacto?


                                                  Colectividad feroz. Colectividad voraz.

Improvisación. Reticulares bajan sobre cada hombro; notas,
selección sonora, el noveno compás avanza como latido
por cada una de las uñas, recorre el estómago, el intestino
grueso, invade la piel:

¿escuchas el lejano canto de la hidrocodeína?

Anticipo: todo pasará. Hemos sido felices por breves segundos.
Aunque el mundo sea extraño.
En el oído, penúltima frase:

Voz en la inmensidad del silencio. En la inmensidad de tu
voz el silencio. El silencio en tu voz. En tu voz, la inmensidad.
En tu voz. En su voz. En cada voz. En la inmensidad. En cada
voz. En silencio.

En.

  “¿Te grabo música”, preguntó él, “todo Fluxus” dije, “todo
Fluxus”.

                                                  Cantata.


RESEÑAS

Tierra Adentro
Julio, 2015
Rocío Cerón: Anudaciones anidando Tierra Adentro
Por Sergio Briceño González

Leer nota

“Lo inescribible que endurece la Lengua deja el cielo en libertad”, escribió Paul Celan, mientras iba siendo objeto de múltiples estudios (Szondi, Derrida, Bollack) que se aproximaban a su escritura como el entomólogo al insecto. Pero, ¿cómo se endurece la Lengua? ¿Será “junto a mis piedras crecidas con el llanto”, como quería el ucraniano? Para él piedra, stein, equivalía a poema. La piedra, como los versos, va proliferando y puliéndose bajo el efecto del calor y del tiempo, dos ingredientes que animan, entre otros, la poesía de Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972), sobre todo en el Centro Cultural de España, donde instaló su Nudo Vortex 5.0, ejercicio de edición y movimiento que pareciera provenir del estar siendo, del estar existiendo, el Dasein de Heidegger y su dinámica del ser. Pero la lectura, el hecho de reestabilizar el texto, ya estabilizado en la escritura, como ella lo advierte, lo vuelve oral. Por eso a unos cuantos metros de donde tuvo lugar la trenza, el chongo del poema, fue encontrado en el año 2006 el monolito de 12 mil kilos de la Tlaltecuhtli, una deidad que dentro del programa religioso de los mexicas buscaba unificar en una sola entidad por lo menos tres diosas: la chichimeca Itzpapálotl (mariposa), la huasteca Tlazoltéotl (lujuria) y la Cihuacóatl patrona de los sangradores que se adoraba en Culhuacán.

El Mayorazgo de Nava Chávez, sitio donde por accidente un pico dio en una de las puntas de la escultura, está en la otra esquina de la cuadra donde aconteció la lectura de NV 5.0 en la fecha azteca 3 Carrizo-1 Flor-10 Agua (25.06.2015) y fue allí donde se levantaba la deidad mirando hacia la pirámide del Templo Mayor, una estructura en la que compartían espacio Tlaloc y Huitzilopochtli (colibrí zurdo). Con este último, a decir de Michel Graulich, la diosa Tlaltecuhlti tenía comercio carnal cada que se celebraban las fiestas carnestoléndicas de junio, mes en el que, hacia el 24 (día de San Juan) la Tierra vence por fin el imperio del sol. Es el primer día más corto del año. La presencia de la luz solar disminuye en el cielo y da inicio la hegemonía nocturna. Sobra decir que las víctimas de Tlaltecuhtli eran decapitadas para que la sangre brotara con más fuerza y fertilizar con ella el campo, a diferencia de las víctimas de Quetzalcóatl a las que simplemente les arrancaban el corazón.

Esa misma oscuridad de junio mana de los versos de NuVo 5.0 y dota a la poética de Rocío de un emblema: en su escritura oscila aquella primera humanidad que no podía comunicarse entre sí, según el Popol Vuh, porque “emitían voces incomprensibles”. Pero en el núcleo de los poemas o mejor dicho del poema semilla-del-verbo de Cerón, encontramos ese otro sistema, esa otra cáscara o corazón que los alemanes llamaron Kunstsprache: arte dentro de la lengua, habla concéntrica al habla. Los nahuas la designaron como nahualatolli y los mayas como bats ‘il k’op: la lengua verdadera. En nahualatolli hablaban los hechiceros precolombinos, quienes saqueaban tumbas en busca de brazos de mujeres muertas en el parto (uno de los amuletos más poderosos de la hechicería precortesiana). Por eso uno de los versos iniciales de NudV 5.0 busca “desmembrar el objeto en lenguaje hirviente”. Y es por esa lengua dentro de la lengua que podemos comprender “el alfabeto entero en una gota de sangre”. Pero, ¿de cuál sangre?, ¿de reptil o felino, de presa o predador? En respuesta a la aseveración del poeta argentino Arturo Carrera, quien preguntaba “¿padre o pared?”, Rocío reanuda: “Debajo de la palabra ‘padre’ hay sangre”. Y eso lo sabemos quienes hemos empujado el féretro paterno hacia la banda sinfín, nudo de Moebius, que conduce al útero de la pira que lo volverá un puñado de ceniza.

En “Sílabas en una Habitación” aparecerá la voz sibilina de Rocío como si brotara del cuadro de Franz von Stuck, “El pecado” (en realidad tendría que traducirse como La Pecado, porque en alemán Die Sünde, es un sustantivo femenino acaso más próximo a la idea que representa), como si ella y la serpiente de la falta original tuviesen el mismo timbre de voz. De ahí (noche dentro de la noche, a pocos metros de la Tlaltecuhtli, sobre un calmecac) sonarán los tres elementos de la deidad prehispánica, atributos que son enigma y sortilegio en el paladar de la Poeta: “cada noche transformándose, un día rana, otro felino, un día más sobrevoló la noche entera”. El batracio, ser que busca la Tierra pero no sabe respirar, se sugiere en un libro previo de Cerón, “Apuntes para sobrevivir al aire”. Si vas a sobrevivir al aire es porque no sabes respirar, pareciera decirnos en este volumen. El celacanto, que se creía extinto hace 70 millones de años, un día fue descubierto en las costas de Madagascar. Los pescadores de ahí usaban sus escamas, con consistencia de lija, para pulir las cámaras de sus bicicletas. Tienen aletas lobuladas, lo que quiere decir articuladas: codo, muñeca, aleta. Salieron del mar. Aprendieron a “sobrevivir al aire”, supieron que “todo esponsal es tumba”.

Rocío Cerón también aprendió a respirar. Pero su poesía no respira, late, vibra de un modo imperceptible. Es la fijeza del camaleón proyectando de súbito la lengua en forma de brazo y zarpa y sujetando al grillo, cuyo canto no soporta. Es una condición del vacío, de cuyos silencios -dice ella- brota la palabra. Bartrahari, poeta y gramático en sánscrito del siglo quinto d. C., decía que antes de ser dicha, la palabra forma “sfotas”, es decir producciones habladas, unidades lingüísticas dentro de un discurso coherente. Es la contraparte de la shabda o palabra primigenia que trasciende los formatos de lo hablado y escrito para hacerse conciencia de los objetos, algo así como el monumental guión bajo del tercer verso del poema “[Agujeros negros: brochazos de azul Klein sobre muro]” que al terminar, mutado ya en línea recta o semi-renglón (¿símil de la Tierra, avatar del Horizonte?) termina con “hacia la noche”. Nadie sabe qué hubo antes del vocablo “hacia”, aunque se perciba el eco, la vibración de esa cuerda del guión exagerado que es parte de un instrumento musical desconocido, no coherente sino randomizado, pulsátil como el sonido vibrafónico de un teraflop.

Pero, ¿sirve de algo la coherencia? La emoción arruina los poemas, sostiene en otro de sus versos Cerón. Y es así. Lo que resta es el eco de la luz, la música fósil, ese crepitar de lo que no ha nacido y ya es, como los haces intermitentes del videobeam proyectando infinitos dioramas donde la palabra estalla en lascas, agujas, esquirlas, pequeñas aberturas hacia noches mayores, más densas, más profundas. Cuando William Beebe, el inventor del batiscafo, descendió a la noche de los abismos marítimos en la isla de Nonsuch, dijo que hasta ese momento supo lo que es la noche y habló de esos milenios nictográficos intocados por el pensamiento o por el sueño humano. Allá reptan esos “seres de lodo que carecían de entendimiento y no se multiplicaban”, según el Popol Vuh, pero también en los bordados sobre la carne de la oficiante cuando dice (canta): “Océano, sus abismos/ Cuerpos escriben con el movimiento nuevas formas de/ escritura”, del mismo modo en que Firdusi, el poeta de Jorasán nacido en el 935, daba vueltas sobre su propio eje, lanzando versos en cada giro hasta formar, decía, una casa en la cual poderse refugiar y que es la misma casa de “Imperio” edificada en la sección Buan, cuyo significado viene del proto-indo-europeo b’uH y evoluciona desde el término convertirse hasta los conceptos crecer, aparecer, permanecer, endurecer, habitar en irlandés, noruego, sajón y protogermánico.

“La poesía se tiene que bailar”, le dijo Rocío a Nicolás Alvarado dos días antes de la puesta en hilo (¿vilo?) de NVort 5.0, y es verdad, como lo es que la lujuria, esa otra fuerza coreográfica, se convierte en manos de la diosa india Prajnaparamita en la ideal conjugación del modo y el contacto. Es la forma del vacío que Nagarjuna encontró en el no pensar actuando, porque para él “todas las cosas expresables están vacías de su propio ser”. En el Hevajra Tantra encontramos que las vocales son masculinas y las consonantes femeninas, de modo que toda palabra en la poesía de Cerón es también una cópula, entretejida por los nudos del habla, símbolo representado por el arácnido Hevajra, el de las “cejas anudadas”, que abraza a la Señora de la Vacuedad, niña del vacío, en un coito de ocho espíritus simultáneos y tres rostros acolmillados.

En “The complete book of chinese knotting” aparece el Nudo Estelar como uno de los 14 más importantes. Ese, que podría ser el “nudo donde se guarda una constelación”, del verso de Rocío, es también “el lugar del muslo”, el sitio en que convergen tantos organismos microscópicos que terminan formando un nudo, porque ahí, en ese lugar húmedo del muslo habitan micoplasmas, bacilos y anaerobios como el Corynebacterium, la Prevotella, el Proteum integrados en constelaciones donde emulsiona la vida de manera similar al caldo que formó la atmósfera respirable en que vivimos. (En esa biota de una vagina sana también prolifera la Klebsiella que produce la neumonía y corta, de súbito, la respiración). El nudo estelar “no debe apretarse demasiado porque se desbarata”. Los quipucamayoc que inventaron la escritura de nudos llamada quipu distinguían con el color de la cuerda los objetos -la materia- describible y con la forma de los nudos sus acciones o rasgos. Así la colección de trenzados de NoVort 5.0, en cuyos vórtices debemos incluir la versión líquida de ese gemido prolongado que mata momentáneamente con un nudo en la garganta y nos sorprende desnudos y sudando, se encuentra la forma del decir de la Poeta como sacerdotisa en cuya piel convergen la danza imperceptible de la boca, la lengua y el paladar al pronunciar, al nombrar el código bilingüe de un rasgueo de guitarra (cuerda, guión bajo, antepalabra), de un resplandor holográfico o de un baile proyectado, como en el espectáculo expandible de las vecindades del Mayorazgo de Nava Chávez.

Ahí, sobre el calmecac y en el perímetro de la Tlaltecuhtli debía tener lugar la ceremonia con cuerpos -el público- desmadejados sobre puffs rellenos de esferas corpusculares, puntos y aparte, doblepuntos, puntos y comas exiliados de la escritura, de la página impresa, de la hoja en que Rocío iba leyendo al tiempo que giraba sin girar, un acto dancístico que concilia lo dicho por Baudelaire: “La danza es la poesía con brazos y piernas”. Yo agregaría que la poesía de Rocío Cerón nos deja sin fémures y tibias, porque hay un lugar en el inframundo en donde solo podemos iluminarnos haciendo fogatas con nuestros propios huesos, cuerdas, líneas que forman una instalación en el mundo anómalo de Dennis Clegg, el personaje de Raph Fiennes a quien su propia madre llama “Spider”, en la cinta homónima de Cronenberg, y en el de la instalación que a propósito de Nudo Vortex 6.0 se realizó en Proyecto General León 51, consistente en un aro y múltiples mecates evocativos de la escritura inventada por Clegg y puesta en situación sobre las páginas de un cuaderno infantil, túnel y vórtice entre el adulto y el niño, mediado por el verbo esquizofrénico, aquel que niega el diálogo y se vuelve puro selfishness, atributo central de la amante de Hevajra: Dakméma, la Buda femenina.

Está vivo ese rechazo a lo viejo que Rocío consagró (fiel a los dioses y a los hombres) en un fragmento de la Catilinaria 20 de Salustio en que acaba el primer poema de “Imperio”: Contra, illis annis atque diuitiis omnia consenuerunt (para ellos todas las cosas han envejecido con los años). Tantummodo incepto opus est, cetera res expediet (Ahora solamente hay necesidad de empezar, la restante cosa vendrá). Momento en el que “pesa la palabra dicha” como pesaba la Sprachgritte (Lenguacárcel) en Paul Celan. Porque, dice Cerón: “todo nudo es una gota en espera para izarse en un peldaño”, el mismo que Lucio Sergio Catilina buscaba para restaurar el Imperio cien años antes de Cristo, porque “allí se acostumbró por vez primera el ejército del pueblo romano a hacer el amor, a beber, a admirar estatuas, cuadros, vasos tallados, a robar estas cosas privada y públicamente, a despojar templos, a profanar todas las cosas sagradas y profanas”, recuerda Salustio.

La poesía de restauración del Imperio de Rocío está hecha a base de materiales lingüísticos que cumplen con fidelidad la tarea de mantener oculto a los demás el Misterio: “Coloqué vestigios en las aguas (visibles solo a los ciegos)”. Varias capas de lenguaje recubren un núcleo duro vedado a la lógica. Desde que el pelo largo es patrimonio de la hembra humana, la factura matutina del chignon se ha vuelto para ellas un acto epifánico: es el nudo con el que comienza el día en esa “trenza odorífera y castaña” de Efrén Rebolledo, pero también en el saludo que se engancha como nudo en la mano o en la conjunción copulativa &, que entrelaza sentidos o en el dogal donde se apoya la g o en que se crucifica a la palabra México, símil del quincux con el que el arte precolombino simbolizó al ser como víctima de cuatro fuerzas que al crecer lo irán desgarrando hasta alcanzar el equilibrio del centro, del vórtice, del Nudo.

Los versos de Rocío, si es posible sintetizarlos, buscan pues anidar en forma de nudos sobre el estar siendo. Pero en sus nidos, como en los del tiburón Heterodontus, la ooteca debe ser en espiral: para que se aferren al risco y no los arrastre la marea.

*Escucha un poema de “Nudo Vortex”, libro de Rocío Cerón en versión sonora del músico y compositor Mario del Río Escobedo.

01/julio/2015

La Mula
30 de julio, 2015
Nudo Vortex: Proyecto escritural, sonoro y visual de Roció Cerón
Por Vanessa Martìnez Rivero

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Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una de las performances poéticas, podría decir más experimental y destacada de nuestra escena de la poesía latinoamericana actual.

La instalación sonora estuvo a cargo de Mario Del Rio Escobedo y Rocío Cerón, en movimiento la bailarina Denisse Cárdenas, la pieza sonora accionada en vivo con música de Ballesteros Lara Daniel, los poemas y voz de la autora.

Nudo Vortex es también un libro, publicado por Proyecto Literal-Colección Instante Fecundo
(México, 2015).

La poética de Rocío Cerón está gozando de un excelente momento de reconocimiento internacional, ya que acaba de ganar el premio de traducción más importante al inglés, el Best Translated Book Award 2015, con su libro Diorama. La traducción estuvo a cargo de Anna Rosenwong (Phoneme Media, 2014).

Desmembrar el objeto en lenguaje hirviente

Nudos que no dicen nada
Y nudos que todo lo dicen 

Jorge Eduardo Eielson

Haber ingresado al hoyo negro, haber encontrado todas nuestras memorias, y como en una suerte de animalario haber intentado ponerle la cabeza de león a un ratón, mientras ladra un discurso político, no tan lejos de nuestra realidad, si decidimos renombrar las cosas por lo que son, con nuestros actuales valores.

Por lo tanto se realizan ejercicios de retención y expulsión, nada más intenso para un atento lector de poesía, en esta suerte de calcos semánticos donde la autora es la voz fly hostess que nos invita ir detrás del cuerpo y su palabra.

Los elementos naturales han ingresado al vortex y se están anudando e intentando subsistir a sus formas, la transposición de su cosmovisión y las nuevas simbologías en este universo ceroniano, son la repetición sonora que se entreabre a nuestros ojos y oídos, himnos sobre un nuevo orden sensitivo.

Los poemas son samplers de nuestra mentira narcótica, y nos muestran la belleza de la enfermedad, como diría el poeta Cesar VallejoEl bien de ser dolernos doblemente, la desfibración carnívora, sobre un tiempo que no llegamos a amar.

Roció Cerón en trance pitonizante nos alquimiza en su lenguaje, nos reza todo Fluxus en Nudo Vortex el pre contenido de la caja negra de la tierra.

Tres preguntas a la autora

1- ¿Pensaste cuando escribiste Nudo Vortex, en todos los fines multidisciplinarios en los que se iba desarrollar?

Nudo Vortex se fue escribiendo de forma procesual, me interesaba la testificación de la escritura a partir de las lecturas en voz alta y acciones poéticas: el público, sus recuerdos, el contacto con él, fue una energía que está dentro del poema. Fue una escritura procesual, de construcción, autodestrucción y reconstrucción poética.

2- ¿Podrías explicarnos el proceso evolutivo de tu proyecto Nudo Vortex?

Escritura en siete ediciones, un libro con siete poemas que revela un mundo profundamente contemporáneo, lleno de urbe, del sonido del tiempo que nos ha tocado vivir y, a la vez, profundamente personal. El proceso fue escribir desde lo interior escuchando con atención el mundo que me rodea.

3- ¿Sobre la percepción de lo contemporáneo, cuál ha venido siendo la estimulación más transgresora que activa tus momentos creativos en la actualidad?

La risa, el cuerpo y el sexo.

Letras.s5 / Proyecto Patrimonio
27 de junio, 2015
Tradición de vanguardia (sobre Nudo Vortex, 2015, de Rocío Cerón)
por Cristián Gómez O.

Leer nota

Hace no mucho tiempo atrás, declaraba Rocío Cerón que le parecía que el tiempo de los poetas de mesa y mantel había quedado atrás. Con tal término se refería a los autores que, dada la ocasión de una lectura pública, se sentaba en un escenario (formado muchas veces por una mesa cubierta con un mantel, un vaso de agua y un micrófono, si la ocasión lo ameritase) y declamaba ante la audiencia. Es decir, una gran mayoría de los practicantes del género.

Tal declaración llevaba implícita una crítica. Porque para Cerón el fenómeno poético, el probable placer estético que se puede alcanzar por medio de la lectura o la audición de tal poesía escrita, es alcanzable también por medios que podríamos calificar, al menos, provisoriamente, como alternativos, aun cuando estemos conscientes de que tal calificativo por definición puede resultar peyorativo, incompleto y, dado el panorama que hoy nos rodea, demodé.

Pero cuáles son estos medios alternativos y cómo Nudo Vortex se relaciona con ellos. Si uno revisa el texto de este último poemario de Cerón, vemos que hay algunos leitmotiv que se reiteran en la aparente fragmentariedad de su discurso. La idea de una cantata, una composición para voz e instrumentos, que por lo común comprende varios movimientos y es en ocasiones acompañada de un coro, es una constante a lo largo del volumen. Porque esa es una de las primeras impresiones de la lectura de este libro: una polifonía, un conjunto de voces entremezcladas, dialógicas incluso, donde las intervenciones de cada una están medidas por las intervenciones de las otras, dándonos así la posibilidad de entrever el asomo de un argumento, una historia, una narrativa que se apoya en otro de los motivos del libro, como son el padre y la memoria.

Debiera detenerme aquí para señalar algo que me parece imprescindible. Este libro, a diferencia de lo que dice mi amigo Rodrigo Castillo en el prólogo que escribió para esta edición de Nudo Vortex, sí responde a tendencias ya vistas en la escritura previa de Cerón, por lo que esta nueva publicación puede ser vista como una corroboración y una profundización de los temas que la autora ya explorara con anterioridad. La figura borrosa del padre, sin ir más lejos, es un rescate de lo que ya había hecho en Tiento (2010), donde la novela familiar y de los orígenes estaba atravesada por una idea migratoria no sólo geográfica sino también de soportes y géneros.

El tema paterno, más allá de los posibles alcances biográficos que pueda tener, funciona como un punto de apoyo para esa búsqueda que genera una pulsión libidinal (pido prestado aquí el lenguaje de ciertas colegas y amigas) en el que tal figura se asocia libremente con otras ideas/conceptos/vocablos. Porque a partir de “padre” saltamos a viaje, a migración, a pérdida y soledad. De hecho, si nos detenemos antes que en el texto mismo de los poemas y reparamos en los títulos que los anteceden, notaremos dos cosas: 1) el carácter de rescate ¿de lo perdido? que permea estos textos. Palabras como arqueología, reliquias, memorial se suceden. Y 2) hay una sensación de fragilidad que rodea lo dicho, como si el sustento de su existencia fuese tan endeble como su misma presencia. Gestos en el aire, el azul de Klein (un color “inventado” por el artista francés): imágenes de (y conjuradas por) una ausencia. La referencia al artista francés no creo que sea gratuita. La tendencia de este último a crear sus “zonas de sensibilidad pictórica inmaterial”, donde se llevaba a cabo un intercambio económico por medio del cual el vendedor (Klein) le entregaba al eventual comprador (que los hubo) un recibo donde se señalaba que el comprador se hacía acreedor de una “zona de sensibilidad pictórica inmaterial” (esto es, un espacio en apariencia vacío), a cambio de una determinada cantidad de oro. La idea misma del vacío y la inmaterialidad fueron especialmente caras para Klein. En el caso de Cerón tales conceptos devienen más que nada en carencia, en deseo incumplido.

Quisiera, asimismo, agregar lo siguiente: la fragmentariedad de la que hace gala en estos poemas, Cerón ya la había exhibido a plenitud en anteriores publicaciones, como Diorama y Borealis. Sin embargo, lo que allí era alteración e interrupción, aquí es falta y anhelo, lo que allí era nostalgia de la materia aquí se convierte en habla de la fragmentariedad, escritura de las hendiduras. Me explico: otro de los hilos conductores que priman en Nudo Vortex son las corvas, esa parte posterior de las rodillas tan poco glamorosa a la vez que despreciada. Corvas y falanges, articulaciones y soportes óseos, estrías que subrayan las grietas del cuerpo, pero también las del discurso. A riesgo de ser majadero, quisiera señalar como dato incontestable que la primera palabra de Borealis era, precisamente, “Fisura”. La continuidad que aquí registramos también nos obliga a ver las variaciones en el tema. Porque esos desfiladeros de la geografía pero también de la memoria que abundaran en aquel libro, en Nudo Vortex son una memoria que jamás alcanza a concretar el objeto de su búsqueda. Se recuerda porque no se tiene. La memoria le recuerda al o la hablante de estos textos que vive rodeada de fantasmagorías.

Todas estas señales, todos estos signos que de algún modo “dirigen” u “orientan” nuestra lectura, cobran un significado extra cuando reparamos en otra palabra que también llama la atención sobre sí misma: “trama”. Me interesa ahondar en ella dado que su polisemia remite, al menos, a dos sentidos. Uno es el que se refiere a 1) el conjunto de hilos que, cruzados y enlazados con los de la urdimbre, forman una tela. Y 2) la disposición interna, contextura, ligazón entre las partes de un asunto u otra cosa, y en especial el enredo de una obra dramática o novelesca. Un argumento, en suma.

Esa trama que aparece en distintos lugares del texto es otra indicación más de un hilo narrativo que sin ser prevalente en este conjunto, no deja de indicarnos “algo”. Al igual que en otros de sus libros, esta historia inconclusa es una de las marcas de fábrica de Cerón. Historia inconclusa o fragmentaria, el relato, cualquiera que éste sea, no llega nunca a puerto. Lo trunco es parte de la configuración de estos volúmenes: son reconstrucciones de una memoria que ocupa un lugar central en esta escritura, pero que no obstante ello no es capaz de cumplir con el desiderátum que la propia Cerón se plantease cuando, en el año dos mil dos, escribiera en el “Arte poética” que precede a sus poemas incluidos en la antología El manantial latente, lo siguiente: “La poesía se trata, repito, de una forma de la fe, porque es la posibilidad de recuperación de la memoria, y la memoria es sustancia poética, es una huella de identidad entre los hombres”.

Esa recuperación es la que aquí, de cumplirse, sólo puede hacerse de modo parcial, entre medio de las estrías, grietas, fracturas y corvas por las que circula la palabra. Su comprensión, sin embargo, puede ser en alguna medida dificultada y/o expandida por el uso de ciertos sicotrópicos, como la Ayahuasca, u otros químicos como la hidrocodeína con acetaminofén (que migran, igualmente, desde libros anteriores). El filtro de la memoria puede ser, de hecho, múltiple, como los restos de una fiesta vista a la distancia, o los rezagos de una relación amorosa fallida.

Si al principio de este conjunto se intentaba ver la memoria a través de un abrir y un cerrar los ojos para encontrar su materia, el cierre también involucra los sentidos y alguna referencia nada inocente:

En el oído, penúltima frase:

Voz en la inmensidad del silencio. En la inmensidad de tu
voz el silencio. El silencio en tu voz. En tu voz, la inmensidad.
En tu voz. En su voz. En cada voz. En la inmensidad. En cada
voz. En silencio.

En.

“¿Te grabo música”, preguntó él, “todo Fluxus” dije, “todo
Fluxus”.

Cantata.

Este pequeño fragmento con que concluye Nudo Vortex se dirige ahora al sonido, al escuchar una voz cuya procedencia difícilmente podemos conocer. Fluxus, claro, se refiere a ese movimiento de vanguardia cuyo apogeo se produjo entre los sesentas y los setentas del siglo XX. Cercano al Neo-Dadá y el arte conceptual, esta referencia justo al final del volumen confirma la tendencia que subrayásemos antes, el apego a una narrativa truncada donde los sentidos insisten en una búsqueda frustrada cuyo registro es este nudo, vórtice en espiral turbulencias donde los fragmentos, por la naturaleza misma de lo buscado, se mantienen obligatoriamente como tales.

He aquí la virtud de este libro. Su dispersión es su mayor logro. La composición es lo suficientemente madura como para lograr un todo a partir de estos elementos en permanente estado de agitación.  Este equilibrio sobre el que se construye Nudo Vortex se consigue por la conjugación que hace Cerón de un discurso que va más allá de ciertos pliegues discursivos que fueran tan caros a cierta poesía mexicana (Milán, Bracho), en la que sin embargo aún se mantenía una relación en mayor o menor medida con el referente, aun cuando su crítica era el principal objetivo de esas escrituras. En Cerón esa crítica ha pasado a ser un abandono, un dejar de lado esa referencialidad para explorar las posibilidades de una palabra transdisciplinaria.

Ajena a todo coloquialismo y/o a la inmediatez que podemos registrar en ciertas zonas de la poesía mexicana, pero también a la extrañeza de una poética como la de Gloria Gervitz, cuya extranjería en el caso de Cerón se traduce en los formatos mismos del poema, la autora de BasaltoBorealis y Nudo Vortex tal vez siga las huellas de ese poema total y de largo aliento que tanto se ha practicado en la poesía mexicana y una de cuyas últimas expresiones es Incurable. Pero a diferencia de ese texto monumental de David Huerta, de ese tremendismo de la mancha en el espejo, lo que hace Rocío Cerón es un discurso quizás menos abarcador, pero más atento a las ruinas y los desechos, menos grandilocuente pero más concentrado extender sus redes discursivas.

Lo que es seguro es la autora establece su sitial en la poesía mexicana, pero también más allá de ella, con credenciales desde hace mucho indiscutibles.


Proyecto Patrimonio— Año 2015  
www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

27/junio/2015

El Cultural
18 de julio, 2015
Las Claves
Carlos Olivares Baró

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Más Música Menos Balas
14 de agosto, 2015
Rocío Cerón. Sobre la belleza y lo terrible del mundo.
por Abraham Chavelas

ENTREVISTAS

La Capital
Julio, 2015
‘Nudo vórtex’, la muerte y el renacimiento de Rocío Cerón
Por Jesús Pacheco

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Nacido del cuerpo, de su piel y la de otros, la poeta mexicana define su último proyecto como sonoro, visual y epidérmico.

Cuando se le cuestiona a Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972) cómo fue su primer contacto con la poesía, menciona que fue a través de la pintura.

Lo visual la llevó hacia el lenguaje, según ha confesado. Para ella, la plasticidad de un cuadro de Goya tiene una profunda comprensión del lenguaje de su tiempo. Y desde su perspectiva, la palabra es, a su vez, forma, composición, materia.

Esos vasos comunicantes entre lo lírico y lo plástico, aunados a sus deseos de reavivar una escena poética que veía entumecida allá por el 2003, la llevaron a explorar diversas plataformas para crear lo que ha llamado “experienciasimagoverbosonoras“.

En esa búsqueda ha llevado la poesía a la acción en performances, cofundado colectivos y ha hecho confluir artistas en varios proyectos interdisciplinarios.

A Cerón siempre le ha interesado la articulación de lo oral, la acción, el video en tiempo real, las improvisaciones sonoras… Y se siente especialmente motivada cuando el poema se apodera del espacio en acciones irrepetibles y en las ocasiones en que el poema escrito cobra nuevos sentidos en su diálogo con la imagen y la música.

Por esa interdisciplinariedad se ha referido a esos libros acompañados de lecturas performáticas como proyectos galaxia.

Nudo Vortex, el más reciente, es uno de ellos, pero que a diferencia de sus libros anteriores, nació desde el cuerpo, desde el espacio autoexploratorio de su piel y la de los otros.

“Es un libro que migra desde el pasado profundo en capas, en exploración y búsqueda de las voces que marcan, acrecientan y abisman”, cuenta en entrevista para La Capital.

“Es también un espacio profundamente sonoro, visual y epidérmico.”

Todo conjugado en una escritura procesual que comenzó hace un año en Estudio Arte 71, en la vieja Sinagoga de Justo Sierra 71, a invitación de Berta Koteniuk para intervenir el espacio.

“Ahí, entre las paredes descarapeladas, el moho, los espectros de los muertos, me di cuenta que estaba en pleno cambio de piel y enriqueciendo la voz poética. Sólo dejé que el mundo se me metiera al cuerpo”.

Cuenta Cerón que Nudo Vortex lo detonó lo mismo la propia escritura que esos nudos de agua que, como la memoria, se anudan y desanudan en juegos infinitos.

“El agua es la memoria, la personal y la colectiva, y el libro le habla a un interlocutor que bien podría ser el padre muerto, un amante, una hija, un hombre que está perdido en el mundo; en realidad, el verdadero interlocutor es el lector y soy yo misma”.

Si bien comenzó a escribir el libro entre las ruinas de aquel edificio de Justo Sierra, luego continuó escribiendo tomándole el pulso a los escuchas de las ediciones que hizo de Nudo Vortex. Aunque confiesa que el verdadero viaje escritural lo tuvo durante dos meses en los que debió viajar a Londres y a Varsovia.

“Entre esos vuelos, una gran carga emocional, epidérmica, de giros de 360 grados –y un par de vodkas con pasto búfalo–, y el recuerdo de mi padre muerto y su grupo de rock ‘El ópalo y sus topacios’, en plenos vuelos de once horas cada uno –ida y vuelta, dos veces, 44 horas de intensidad– terminé el libro.

“Salve la vida al escribirlo, me devoré a mí misma y salí de nuevo del fuego”.

Hace unos días, sucedieron la quinta y la sexta presentaciones/actos performáticos de Nudo Vortex, de siete “ediciones” que tendrá en total el poemario. Cerón decidió que fueran siete porque siempre ha trabajado con números, con símbolos, y quiso aludir a los ciclos de siete años en los que se divide la vida: “Este libro representa para mí la muerte y el renacimiento, tanto escritural como vitalmente”.

La versión 5.0, o quinta entrega –sucedida en el Espacio X del Centro Cultural de España–, fue una pieza multiperceptual que conjugó danza con Denisse Cárdenas, música en vivo con cuencos tibetanos y electroacústica a cargo de Daniel Lara y la guitarra eléctrica de Mario del Río Escobedo, todo en diálogo con los visuales de Nómada, compañero de ruta de Cerón desde hace varios proyectos.

Nudo Vortex 6.0 tuvo lugar el medio día del sábado pasado (27 de mayo), y fue una sesión sonora y vocal en Proyecto León 51, un espacio de la San Miguel Chapultepec íntimo y semiderruido –como la Sinagoga.

Lo único que unió a ambas “ediciones” de Nudo Vortex fue la poesía y la voz de Cerón, quien ha seleccionado los espacios según lo que ha querido hacer.

La séptima y última presentación/acto performático/pieza/edición de Nudo Vortex sucederá el viernes 24 de julio en Acapulco, Guerrero, dentro del ciclo “Escritores en verano”, que tendrá lugar en el Centro Cultural Carlos Fuentes.

En la biografía incluida al final de Nudo Vortex, el libro que ha detonado todo lo anterior, Rocío Cerón se describe como una poeta mexicana construida por un shake de películas clasificación B de los 70, poemas diversos de Celan, Villon, Ashbery, Sor Juana, Lezama, Ulises Carrión y Gorostiza junto a obras de Lucian Freud, el Greco, Pipilotti Rist y muchos beats de Mahler, Revueltas, Cage, Gorecki y Depeche Mode.

Y aunque todas esas referencias pueden ayudar a delinear su personalidad poética, o más bien, su la genealogía de su relación con el lenguaje y su musicalidad, Cerón prefiere aludir a un suceso de la adolescencia para explicar su relación con la poesía.

“Casi pierdo la vida a los 13 años, me corté la mano derecha y tengo un nervio implantado que me sacaron de la pierna izquierda, desde el talón hasta la pantorrilla –milagroso talón de Aquiles que me dio vulnerabilidad como fuerza primaria–. Estuve internada en el Hospital de la Luz, dedicado a operar ojos –tuvieron que hacerme microcirugía–, ahí entendí que la herida es ojo, y la herida fue mi ruta hacia la poesía”.

01/julio/2015

Aristegui Noticias
7 de julio, 2015
Nudo Vortex 5.0 y la poesía sin límites
Nota editorial

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El proyecto de la poeta Rocío Cerón se presentará el jueves 25 de Junio, 19:00 h. Centro Cultural de España y el sábado 27 a las 12:30 h. en la Galería León 51.

Desde hace un tiempo la escritora Rocío Cerón se ha ocupado de estirar al máximo los límites de la poesía, al punto de haber creado proyectos donde la mezcla con plástica, música y danza. Es el caso de Nudo Vortex 5.0, pieza escritural definida como una construcción inestable que va concentrándose, abriéndose, apropiándose y dejando atrás lo que se anuda y desanuda del lenguaje. El público, los espectadores, testifican su construcción, destrucción y vuelta a construir.
“Así como la memoria se anuda entre los acontecimientos y las percepciones de aquellos que vivieron dichos hechos, esos mismos nudos, vórtices anudados, no son un fenómeno estable y persistente, gradualmente se expanden y el nudo se rompe. Vuelve a crearse, de otra manera, en otras lecturas, cada vez que alguien más, en otro punto espacio/tiempo se acerca con detenimiento al suceso”, explica la autora.
Para esta aventura contó con la colaboración de Daniel Lara y Mario Del Río Escobedo en el espacio sonoro, Nómada en lo relativo a las artes visuales y Denisse Landeros en danza. Las presentaciones de Nudo Vortex tendrán lugar el Jueves 25 de Junio, 19:00 h. Centro Cultural de España, Espacio X, (Guatemala 18, Col. Centro) y el Sábado 27 de Junio 12:30 h. Galería León 51, (Gral. León 51, Col. San Miguel Chapultepec). En ambos casos se presentará el libro homónimo publicado por Literal-Colección Instante Fecundo.

Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972). Su obra dialoga con otros lenguajes en una apuesta de poesía, acción, video y música. Ha publicado Basalto, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000; Soma; Imperio/EmpireTiento; El ocre de la tierraDiorama, entre otros. Acciones poéticas suyas se han presentado nacional e internacionalmente en los Institutos Cervantes de Berlín, Londres y Estocolmo, Centro Pompidou, París, Francia; Cabaret Voltaire, Tübingen, Alemania; Museo Karen Blixen, Copenhague, Dinamarca, Southbank Centre, Londres, Reino Unido; MUCA Roma; Fonoteca Nacional, entre otras sedes. Representó a México en el Poetry Parnassus, el mayor festival de poesía realizado en el Reino Unido, en 2012.

07/julio/2015

SinEmbargo.mx
29 de junio, 2015
Entre “Nudo Vortex” y “Diorama”, la poesía de Rocío Cerón
Por Mónica Maristain

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La poeta mexicana presenta en estos días Nudo Vortex, su nuevo libro y proyecto multimedia. 
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo


Ciudad de México, 29 de junio (SinEmbargo).- Todo el trabajo poético de la mexicana Rocío Cerón (1972) es la búsqueda por momentos desesperada de establecer un diálogo no sólo con otras disciplinas como el teatro y la danza, sino también con sus congéneres, lean o no poesía.

La seguridad y la firmeza que expresa su discurso son sin duda elementos que la han puesto en un lugar central en nuestra cultura contemporánea.

Rocío, incansable, es convocada a menudo por sus pares, ya sea para leer poemas propios o de algún colega, moderar una charla sobre las distintas disciplinas que le interesan y a las que se aferra con una voluntad de náufrago optimista o dirigir encuentros artísticos que suelen fascinar a sus privilegiados espectadores.

Diorama, uno de sus libros clave, traducido por Anna Rosenwong (Phonema Media, Los Ángeles, 2014) ganó recientemente el premio Best Translated Book Awards 2015 en los Estados Unidos.

El libro fue originalmente publicado en México por la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2012 y escrito con un apoyo del Sistema Nacional de Creadores, emisión 2010.

La noticia del galardón le llegó en momentos que daba a conocer su nuevo libro, Nudo Vortex, un proyecto poético-sonoro que contó con la colaboración de Daniel Lara y Mario Del Río Escobedo en música y de Denisse Landeros en danza.

El libro fue publicado por Literal-Colección Instante Fecundo y traen la palabra renovada, en pasión pura, de una artista extraordinariamente personal y propositiva que enriquece como nadie el ya de por sí rico panorama poético mexicano.

¿Qué provocan un padre muerto, un tren transiberiano, un tramado de recuerdos, una orgía verbal, fluxus, opiáceos, un espacio sexual, Patti Smith, Depeche Mode, la colectividad, un hombre tatuado, piscotrópicos, la primera palabra, el vodka con pasto búfalo, un pezón erguido y una cantata?

Diorama es un libro que te ha dado muchas satisfacciones

–Es verdad. Los premios significan un reconocimiento a una forma de mirar la poesía, a una manera de entender el lenguaje, pero en realidad no importan mucho. Son un estímulo económico, sin duda, pero no implica que esa poesía que te premian sea la mejor. Diorama es un libro-oreja que tradujo los ruidos sordos y opacos de la realidad que vivimos. El premio a un libro que fue bilingüe, elegido entre otros muy importantes como el de la obra completa de Alejandra Pizarnik, representa un estímulo y reconocimiento a una mirada sobre nuestra realidad.

–Es un premio también a la traducción de Anna Rosenwong, ¿qué desafío planteó la traducción de Diorama?

–Bueno, en principio la clásica, toda traducción es un desafío y en poesía más. Ella y yo trabajamos durante seis meses, los correos electrónicos iban y venían, nos llamábamos por teléfono y finalmente nos vimos en Los Ángeles. Fue todo un proceso de construcción, de entender las cosas de las que hablaba en un libro que tiene un fraseo y un ritmo muy complejos. Anna hizo un trabajo de “transcreación” y en inglés Diorama no pierde en forma y en contenido. El libro canta y canta muy bien.

–¿Y qué es Nudo Vortex?

–Es mi nuevo libro, un proyecto no sólo escritural, sino también musical y dancístico. El poema se estabiliza en el libro y se reconstruye en los espacios escénicos y sonoros. Nudo Vortex es un proyecto de siete ediciones donde las máscaras se bailan y van adquiriendo poder a través de los bailes rituales. Son poemas de construcción y de destrucción. El poema tiene que ser el mismo, inmóvil, en el libro, pero no en el espacio escénico donde se representa.

–Al poema, más que entenderlo, hay que dejarlo sonar…

–Claro, porque cuando se dice que uno no entiende un poema, en realidad no lo entiende aparentemente. El poema sucede en el cuerpo y en los ojos. El poema se va encarnando en un lenguaje que se queda pegado en tu cuerpo y en tu cerebro, al igual que la música. El poema es música. Pienso en González Rojas, en Raúl Zurita, esas lecturas fantásticas y que funcionan como conciertos. La poesía en voz alta tiene un gran poder de trasvasamiento hacia el cuerpo del otro que también lo tiene el poema escrito cuando hace el contacto de uno a uno en la lectura. Me gusta la idea de comunidad aplicada a las acciones poéticas. Por eso Nudo Vortex es un proyecto multimedia. Es también un libro muy biográfico, medio psicotrópico, raro, muy fragmentario.

–Hay un gran auge de la poesía en México

–Sí, cada vez más. Hay muchas miradas, muchas formas y hay muy buenos poetas en todos lados. Pienso en José Eugenio Sánchez, Eduardo Padilla, Ángel Ortuño, Oscar Dávid López…son muchos

–Tienes a tu apadrinado Francisco Alatorre, ganador del XXVI Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta con Ladakh

–En ese caso, fue el mejor libro de todos los que se presentaron a concurso. Tiene una mirada fresca, sin malicia escritural…su súper amigo Jorge Iván Soto ganó el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal con un libro titulado Gelatina, está también Xitlalitl Rodríguez Mendoza…todos poetas jóvenes a los que hay que seguir.

–La poesía parece estar haciéndose cargo de la realidad mexicana en forma mucho más profunda que la narrativa

–Totalmente. Se hace cargo del dolor, del desencanto. La narrativa habla del narco, de la violencia, pero nunca se pregunta qué pasa con las capas humanas en todo este proceso terrible de país. La poesía mexicana habla desde la herida, desde la fisura, que atraviesa este país de punta a punta.

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29/junio/2015

Crónica
Julio, 2015
Nudo Vortex: la experiencia de construir y deconstruir poemas
Por Adrián Figueroa

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En junio de 2014, Rocío Cerón iniciaba un periplo creativo y experimental para construir y deconstruir poemas a través de performances, el cual llegó ayer a su puerto con la publicación del poemario Nudo Vortex.

Fue una experiencia de creación colectiva —poeta, músicos y público—, que comenzó en la Sinagoga de Justo Sierra, en el Centro Histórico, con el proyecto Estudio 71. “Siete artistas intervinieron el espacio y luego me invitaron para hacer lo mismo con una escultura de Saúl Kaminer, mediante una acción poética”.

Y ese fue el inicio de la interacción con el público mediante la lectura poética y la música, añade Rocío Cerón. “Luego vendría un proyecto de experimentación sonora de Radio UNAM, después una presentación en la librería Jaime Torres Bodet de la UNAM, performances donde el público conocía el proceso escritural y era parte del mismo”.

Entonces, agrega, fue ver cómo el poema en esos recitales se atomizaba en el espacio,  se construía, deconstruía, desparecía o emergía con otra sustancia, “era otra cosa”.

Así pasamos los primeros cuatro performances que dieron nacimiento a mismos poemas, con los cuales había ya avance del libro, “pero éste se terminó en el aire, lejos del escenario. En un vuelo México- Londres, la estancia y luego el regreso, escribí los tres poemas restantes”.

VELOCIDADES. Rocío Cerón señala que el poema, al estar en escena, se transforma con el acompañamiento de los músicos Daniel Lara, quien trabaja lo electroacústico y cuencos tibetanos, y Mario del Río, guitarrista metalero; es una conjunción que da tres velocidades a la construcción del poema. “Es como si viajaras en el tren Transiberiano: el primer plano es la rapidez con la que vas; el segundo es lo estático, y el tercero lo evocativo, utópico y poético”

Porque, explica la poeta, “el paradigma del siglo XXI es la velocidad con la que vivimos y las distintas capas que contiene y en cada una hay una gran concentración de lo emocional, del pulso en el corazón y, al mismo tiempo, es una velocidad que te abruma, pero también que te ralentiza y permite evocar para después pensar qué pasa con nosotros, adónde vamos. Esos son los espacios de alto donde está la poesía que cuestiona adónde se dirige el hombre”.

Y entonces, añade, “el resultado es un libro personal, un corte de caja en mi ritmo, fraseo y poética, que además reúne las voces de la gente que escuchó durante este año los perfomances”.
El poemario se presentó ayer, cuando salió a la venta, en el Centro Cultural España con un recital con Rocío Cerón leyendo los poemas, los músicos en el escenario y la bailarina Denisse Cárdenas, de la cual dice la autora, “hace una especie de vocabulario corporal mediante lo que van diciendo los poemas”.

Para mañana, el libro se presentará, sólo con la lectura de los versos y música,  en la Galería León 51 y la séptima será el viernes 24 de julio en ciclo Escritores en Verano, en el Centro Cultural Carlos Fuentes de Acapulco.

“Escribir un poema es pensamiento y deseo”, dice Rocío Cerón, y por eso esta experiencia me deja algo: “Cómo se atomiza un poema en el espacio y luego puede resurgir transformado o ser diferente”.

Ver nota en el sitio Crónica

26/julio/2015